No sé como, pero siempre que hay una jornada propicia para el Real Zaragoza el equipo salta al campo sin ganas, apagados, como si la situación no fuera con ellos. Ayer salieron sin hambre ante una S.D. Ponferradina muy limitada, especialmente en la primera parte, en la que otro equipo le hubiera asestado un par de goles con sólo haberlo pretendido, nosotros sólo disparábamos una vez a puerta.
En la segunda parte el conjunto maño se fue para atrás, Dorca, Pedro o Gil no supieron sacar al equipo de su campo, sin embargo Carreras sentó a Ros y dio entrada a Ángel. Minutos después se adelantaba la Ponferradina, a la contra, mala defensa y remate en el área que subió al marcador. Tras el gol las contras empezaron a ser continuas aunque la eficiencia nula.
El Real Zaragoza, que no brillaba por su juego, fue frenado por un colegiado que no dudó ni un instante en no pitar dos penaltis, uno extremadamente claro al menos, no titubeó al anular el gol de Ortí que sacó Santamaría desde dentro, ni llegó a plantearse la expulsión de Berrocal tras entorpecer la salida del balón agarrando del cuello a un jugador maño. No quiero pensar en nada que no sea casualidad, como la que hubo en otros campos.
Por lo menos la salida de Diamanka dio vida al equipo y, el gol de Ángel, el punto para empezar a pensar en el siguiente partido.
Próximo encuentro el domingo a las 8 de la tarde en La Romareda contra el Bilbao Athletic.
¡Siempre Real Zaragoza!
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